viernes, 19 de octubre de 2012

La ketamina, una droga ilegal, podría ser el fármaco antidepresivo definitivo

Hace aproximadamente una década un grupo de científicos de la Universidad de Yale descubrió que los pacientes con depresión crónica, que no lograban mejorar con la medicación convencional, encontraban alivio casi de inmediato cuando tomaban pequeñas cantidades de ketamina, una medicación con larga trayectoria en el mundo de los anéstesicos veterinarios y las drogas recreacionales, pero perseguida para el consumo humano.

El descubrimiento fue un paso muy importante en el estudio de fármacos para tratar la depresión, pero presentaba numerosos problemas. En primer lugar, la ketamina tiene un importante, y desagradable, efecto secundario: destruye la vejiga. En segundo lugar, los investigadores descubrieron que podía aliviar a los pacientes con depresión, pero no sabían por qué lo hacía.

Un estudio publicado esta semana en la revista Science arroja un poco de luz sobre todo el asunto. Un equipo de la Escuela de Medicina de la Universidad de Yale, que ha estado trabajando con la ketamina desde que se descubrieran sus propiedades antidepresivas, ha llegado a la conclusión de que el popular anestésico de caballos ayuda a regenerar las conexiones sinápticas entre las neuronas dañadas por el estrés y la depresión.

La reina de los antidepresivos
El estudio de cómo la ketamina actúa en el cerebro podría conducir al desarrollo de todo una nueva clase de antidepresivosUna de las ventajas que tendría el desarrollo de la ketamina como antidepresivo es su capacidad para tratar a todo un rango de pacientes, uno de cada tres, que no logran encontrar alivio en otros fármacos. El anestésico actúa en un sistema neurotrasmitor distinto al de los antidepresivos actuales. Además, su efecto es casi inmediato, y no hay que esperar meses para ver una evolución positiva en los pacientes, tal como ocurre con el resto de fármacos. Según los autores de la investigación, el estudio de cómo la ketamina actúa en el cerebro podría conducir al desarrollo de todo una nueva clase de antidepresivos, que abrirían todo un mundo de posibilidades a los 10 millones de personas que, calculan, sufren depresión crónica.

Ronald Duman, profesor de neurobiología y coautor del estudio, tiene muy claro que esta investigación puede ser decisiva para tratar la depresión: “La rápida respuesta terapeútica de la ketamina en pacientes resistentes a los tratamientos convencionales es el mayor descubrimiento en la investigación de la depresión de los últimos 50 años”.


Buscando evitar los efectos secundarios
Entender cómo funciona la ketamina es crucial debido a sus patentes limitaciones. Puede que la droga combata la depresión, pero hasta la fecha sus efectos secundarios son mucho peores. A corto plazo es una droga alucinógena –por ello es tan demandada para su uso recreativo– y provoca hipertensión y taquicardia, además de náuseas e hipersalivación. En largas dosis los efectos son aún perores, puede provocar un importante deterioro cognitivo, hace que afloren síntomas propios de la psicosis y destroza la vejiga.

En este nuevo estudio, Duman y sus compañeros muestran como la ketamina provoca la liberación de ácido glutamático, el neurotransmisor excitatorio por excelencia de la corteza cerebral, que estimula el crecimiento de las sinapsis. El daño a la sinapsis que causa el estrés crónico se revierte de forma inmediata con una sola dosis de ketamina.

Este descubrimiento debería ayudar al desarrollo de drogas que imiten los efectos de la ketamina sin los efectos adversos de ésta. Hasta la fecha ha habido varios intentos más o menos satisfactorios, pero no se ha encontrado ningún fármaco que actue tan rápida y eficazmente. La investigación sigue su curso, pero ahora contamos con nueva, y valiosa, información.

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