La droga de los pobres en Marruecos es el karkubi, un
psicotrópico que circula por los barrios más desfavorecidos, pero que
también hace estragos entre los estudiantes de colegios distinguidos.
Marta Miera | Fuente original: diariosur.es - EFE
La droga de los pobres en Marruecos es el karkubi, un psicotrópico
que circula por los barrios más desfavorecidos, pero que también hace
estragos entre los estudiantes de colegios distinguidos.
Medicamentos como el Rivotril o el Gardenal, que utilizados bajo
prescripción medica no presentan riesgos, son consumidos en este país en
grandes dosis y mezclados con hachís, alcohol o pegamento, lo que puede
llegar a provocar alucinaciones y conductas psicópatas.
El nombre coloquial para estos psicotrópicos es karkubi, pero
"Cartucho", "Recarga", "Ampolla roja" o "Guadalupe" (en alusión a la
serie mexicana que en los 90 causó furor en la sociedad marroquí) son
otros apelativos que se usan para especificar las diferentes cápsulas
que circulan en el mercado negro.
La bomba de relojería estalla cuando el karkubi se añade al "maajun",
una popular masa de harina mezclada con hachís en polvo: un viaje
directo a un "paraíso" con peligrosos efectos secundarios.
"Los consumidores de psicotrópicos pueden sumergirse en efectos
secundarios que conducen a la amnesia, la automutilación e ideas
suicidas e incluso asesinas", apunta el doctor Abdelá en un informe del
Centro Especializado en Adicción de Casablanca.
El informe añade que "el uso de psicotrópicos está estrechamente
relacionado con la miseria social o afectiva, que transforma al
individuo en animal".
Robos, violaciones, agresiones, ruptura familiar y frecuentes penas
de cárcel, así resume Mohamed Mutawakil (nombre ficticio) las
consecuencias del karkubi, una droga que comenzó a tomar "por placer" a
los 17 años y de la que se desenganchó hace siete.
"Si alguien te habla no te enteras de nada", dice Mutawakil, mientras
que a su lado Imane, vecina del barrio popular de Hay Al Mohammadi de
Casablanca, cuenta cómo su marido estuvo un año y medio en prisión tras
ser condenado por robo, y cómo al salir, "colocado" de karkubi, sufrió
un accidente que lo dejó varios meses en coma.
La neurocirujana Mahjuba Butarbuch subraya que el 20% de los casos de
traumatismo que reciben en las urgencias del Hospital de Especialidades
de Rabat presentan antecedentes de toxicomanía y concretamente de
adicción al karkubi.
"Son pacientes muy difíciles de operar porque tiene un muy nivel alto
de tolerancia a las drogas y resulta complicado anestesiarles", destaca
la neurocirujana.
El karkubi se puede conseguir en el mercado negro por un precio que
oscila entre los 30 y 80 dirhams (unos 2,5 y 7 euros) dependiendo del
producto que, según los especialistas, llega caducado (lo que aumenta su
efecto nocivo) y de forma clandestina desde Argelia y la ciudad
española de Melilla.
Resulta difícil establecer el año exacto en el que estos
psicotrópicos comenzaron a consumirse en Marruecos con fines
toxicómanos, pero el psiquiatra Fuad Laabudi, que trabaja en el Centro
de Prevención de Toxicómanos de la ciudad Salé, asegura que en los años
70 ya circulaban a sus anchas por el mercado negro.
La primera voz de alarma la dieron tres asociaciones en 2005 al
constatar que uno de los bastiones de los traficantes eran las escuelas y
los institutos, donde a día de hoy los psicotrópicos pasan de mano en
mano incluso entre niños de 12 años de edad.
"Los comprimidos son pequeños, fáciles de consumir y de esconder por
lo que resulta sencillo burlar a las redadas policiales", destaca
Mohamed Harir, miembro de la Asociación "L'heureux Joyeuse", que junto a
otras dos ONGs organizan caravanas de sensibilización en los centros de
enseñanza.
Consumidos también entre los jóvenes para estar "a tono" en las
gradas de los estadios durante los partidos de fútbol -donde suelen ser
frecuentes los actos de vandalismo- las asociaciones advierten que los
traficantes también suministran el karkubi a sus perros pitbul para
aumentar su agresividad.
Barrios desfavorecidos, colegios, estadios de fútbol, mujeres y
hombres, niños y niñas. El fenómeno del karkubi alcanza, según el
psiquiatra Laabudi, todos los niveles sociales y económicos.
Como ocurre con todas las drogas, dice Laabudi, sus efec