Las imágenes de advertencia en las cajetillas de tabaco no son lo "suficientemente impactantes"
Investigadores de la Universidad de Granada han evaluado su influencia, mediante una encuesta y la realización de pruebas fisiológicas con un polígrafo.
Fuente original: abc.es
Las imágenes preventivas que Bruselas propone para incluir en las cajetillas de tabaco y
reducir así su consumo no tienen el impacto emocional deseado en los
fumadores, porque sólo a una parte de ellos les parecen realmente
desagradables. Éstas son algunas de las conclusiones de una
investigación realizada en el departamento de Personalidad, Evaluación y
Tratamiento Psicológico de la Universidad de Granada por los profesores
Miguel Ángel Muñoz, Luis Ciria y Jaime Vila Castelar.
El equipo de investigadores realizó dos estudios
complementarios sobre el mismo tema. En el primero de ellos, publicado
en la revista «Tobacco Control»,
recopilaron la opinión subjetiva de 597 participantes, distribuidos en
seis grupos de edad: 13-14, 15-16, 17-18, 19-20, 21-22 y más de 23 años,
a quienes se presentó una batería formada por 35 imágenes preventivas
relacionadas con el tabaco propuestas por la Comisión Europea.
En el segundo estudio, presentado recientemente en el «I
Congreso Ibérico de Psicología Clínica de la Salud y el Deporte», los
científicos midieron mediante pruebas fisiológicas, esto es, objetivas,
la efectividad de estas imágenes. De este modo, en una muestra formada
por 50 sujetos de entre 19 y 23 años, analizaron variables como la
sudoración, el movimiento del músculo cigomático (que provoca la
sonrisa) o del músculo corrugador (ubicado en el entrecejo).
También estudiaron el movimiento de la cabeza del sujeto
ante la visión de estas imágenes: «cuando éste se produce hacia atrás,
significa que hay una respuesta de evitación, es decir, la persona se
aparta porque la imagen le resulta desagradable», apunta Miguel Ángel
Muñoz, investigador principal. Si la cabeza se mueve hacia delante,
quiere decir que percibimos la imagen como algo agradable. La medición
de todos estos movimientos se realizó con un polígrafo, un aparato capaz
de detectar pequeñas tensiones en el cuerpo.
Los resultados de este segundo estudio corroboraron los
obtenidos en el primero: las imágenes antitabaco propuestas por Bruselas
no son lo suficientemente impactantes como para provocar una respuesta
de evitación en el sujeto que le haga alejarse del estímulo, en este
caso, la cajetilla de tabaco. «La mayoría de las fotos son percibidas
como desagradables, pero no tienen el impacto suficiente en el sujeto»,
destaca Muñoz.
Es más, algunas de estas imágenes no sólo no son percibidas
como negativas por la gente, «sino que les resultan positivas, por lo
que podrían provocar el efecto contrario: un acercamiento al estímulo,
es decir, al tabaco». Es el caso de una fotografía en la que aparecen
las manos entrelazadas de una anciana, u otra en la que se ve una
ecografía con un feto.
El profesor Miguel Ángel Muñoz afirma que una posible
solución a este problema, que ya se aplica en algunos países de la UE,
«sería incluir en los paquetes de tabaco fotos menos explícitas, que
incluso no tengan nada que ver con el tabaquismo, pero sí estén
relacionadas con las sensaciones que queremos provocar en la gente».
Así, si buscamos transmitir asfixia, «podemos ilustrar esta idea con una
persona con una bolsa en la cabeza, y si queremos dar sensación de
asco, podemos incluir una foto de insectos, por ejemplo».
A la luz de los resultados de ambos estudios, los
investigadores de la Universidad de Granada proponen «revisar las
imágenes preventivas relacionadas con el tabaco propuestas por la
Comisión Europea, porque no tienen el impacto deseado en la población y,
además, se aprobaron en el año 2003. El hecho de que desde entonces se
hayan venido empleando y que no se renueven hace que la gente se haya
habituado a ellas, y esto también contribuye a que no tengan el impacto
deseado», concluye el investigador.
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