Fuente original: elconfidencial.com Según la última encuesta del Observatorio Español sobre Drogas, uno de cada cuatro estudiantes españoles de entre 14 y 18 años ha consumido cannabis en el último año. Los datos sobre alcohol no son mejores: el 58,8 % se ha emborrachado. No son cifras que deban tomarse a la ligera. Antonio J. Molina, Director del Centro de Formación y Estudios de la Asociación Proyecto Hombre, cree que muchos jóvenes consumen alcohol o cannabis a diario y las familias no son conscientes de hasta qué punto esto puede ser un problema: “El consumo de drogas se ha banalizado bastante. Los padres no deben llevarse las manos a la cabeza si ven que su hijo consume drogas, pero tampoco tienen que pensar que no pasa nada”.
La familia y los profesores son las principales vías por las que los jóvenes reciben información veraz sobre las drogas. Hace mucho tiempo que el consumo de sustancias psicotrópicas no es sólo característico de sectores marginales, ni conlleva un estigma social. El joven con problemas de adicción presenta un perfil normalizado y su problema pasa desapercibido hasta que se agrava. En 2011, un 75,2% de los jóvenes atendidos por Proyecto Hombre trabajaba o estudiaba, y el 91,3% vivía con ambos padres o con un progenitor.
Hay muchas formas de saber si un adolescente está consumiendo drogas, y es normal que los adolescentes levanten sospechas. En opinión de Molina, el adolescente por definición es rebelde y es normal que haga un uso experimental de sustancias, pero si los problemas relacionados con el consumo se acumulan, los padres deberían empezar a preocuparse y abordar el problema.
La Asociación Proyecto Hombre ha publicado unas claves para saber cuando un adolescente está tomando drogas. Molina recomienda a los padres tomar medidas cuando vean que estos factores se acumulan. Hay tres indicadores de consumo:
- Fisiológicos: olor a alcohol, aliento a tabaco, pupilas excesivamente dilatadas o contraídas, enrojecimiento e hinchazón o irritación de los ojos.
- Comportamentales: alteración del sueño, hábitos de alimentación, desorden de horarios y no hacer las tareas de casa o del colegio.
- Emocionales: irritabilidad, aplanamiento emocional, agresividad o aislamiento.
“Si se identifican estos factores”, explica Molina, “lo primero que hay que hacer es sentarse y hablar con los hijos. Los padres deben antes informarse bien y estar preparados para la situación. Se debe ser firme, pero tratar el tema con afecto, con la intención de ayudar”. No hay que dormirse en los laureles. Según explica el especialista, si se identifica el problema hay que actuar lo más rápido posible, pues se corre el riesgo de que el problema se agrande y los peligros, emocionales y de salud, sean mayores.
“Los adolescentes no se dan cuenta de hasta qué punto el consumo de drogas puede convertirse en un problema”, explica Molina. Los padres, no obstante, deberían ser conscientes. “Si un joven no tiene un aprendizaje emocional correcto porque está condicionado por el alcohol y el cannabis, luego de adulto no tendrá un estado emocional maduro”. Tal como explica el especialista, “los jóvenes deben aprender a resolver los problemas sin la necesidad de apoyarse en las drogas”. Para lograr esto las familias deben permanecer atentas, proporcionando información y apoyo a los hijos.
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