Jugadores Anónimos alerta del riesgo de las partidas y apuestas en la red y del descenso de la edad de los enfermos ludópatas, que en Avilés está entre los 28 y los 35 años
Myriam Mancisidor | Fuente original: lne.es
Antes buscaban un falso bienestar a la luz de las máquinas tragaperras y ahora lo hacen a la sombra de sus ordenadores: el perfil de los ludópatas está cambiando, la cara más amarga del juego compulsivo es cada vez más joven. Partidas de póker, casinos en línea, apuestas deportivas... La red ofrece miles de juegos y cada día los empresarios que realmente mueven las cartas «pescan» a decenas de adolescentes que se convierten en esclavos del azar. Carlos -nombre ficticio- fue jugador y ahora es el responsable de la delegación avilesina de Jugadores Anónimos. Teme más el «bombardeo» on line que la previsible instalación de Eurovegas en Alcorcón (Madrid).«Internet está haciendo mucho daño. Lo que empieza por un entretenimiento acaba siendo una enfermedad, así que los padres deberían estar más atentos y controlar bien qué hacen sus hijos cuando están hasta las tres de la madrugada con el ordenador, sobre todo si estos utilizan sus tarjetas de crédito para jugar ya que nadie pregunta la edad y apenas hay control», asegura Carlos, que igual que alerta de los riesgos del juego en línea resta importancia a Eurovegas: «Para nosotros no es bueno, pero si queremos jugar basta con cruzar la acera y entrar en un bar. A Eurovegas irá la gente pudiente que ya ahora se desplaza a casinos de otros países y vendrán jugadores de Portugal, Marruecos, Francia?». En cualquier caso, según Carlos, los juegos de azar están ahí «porque al Estado le interesa». Por este motivo Jugadores Anónimos es una institución sin ánimo de lucro que se autofinancia: «No queremos estar hipotecados».
La edad de los enfermos de ludopatía en Avilés oscila entre los 28 y los 35 años cuando hace una década superaba los cincuenta. El pasado año atendieron a unas treinta personas de las que la mitad eran casos nuevos, y el resto ludópatas a tratamiento desde hace tiempo. Las recaídas son frecuentes. Y es que en esto del juego no es lo mismo, según Carlos, la abstinencia que la recuperación. «Para la recuperación hay que cambiar muchos hábitos y moldear el carácter. Dejar de jugar es la base pero no es suficiente», confiesa este hombre que advierte de que Internet es una herramienta de comunicación que abre un sinfín de caminos a esas personas que sufren el descontrol de impulsos que define la ludopatía.
«Las causas que llevan al juego son muchas: aburrimiento, soledad, malas relaciones de pareja. En el fondo somos personas inmaduras, esclavos», dice. Y los adolescentes, presas fáciles. «El problema que hay con los jóvenes que se enganchan al juego es que ven la enfermedad muy lejos y a esto hay que añadir que la ludopatía pasa desapercibida hasta que el jugador tiene, habitualmente, problemas con la familia, con el dinero?», reconoce el responsable en Avilés de Jugadores Anónimos, un hombre que vestía de traje y corbata cuando entraba en los casinos. Nadie sospechaba de su adicción. «Llegué a hacer verdaderas locuras por el juego. Personas que han hecho menos que yo están en la cárcel», confiesa Carlos, que cada día que pasa se recuerda que es jugador aunque hace ya muchos años que se dio cuenta de que nadie da un duro por tres pesetas.
Aunque pasar por alto los reclamos publicitarios, en ocasiones agresivos y destinados supuestamente al entretenimiento, es complicado. «Hay páginas dedicadas a la curación de la ludopatía que incluyen juegos», dice. El «clic» en el juego on line abre la puerta al abismo de la diversión. El juego presencial en España ha disminuido alrededor de un ocho por ciento, pero en internet ha crecido hasta el 50 por ciento. Detrás de estas cifras hay cada vez más jóvenes y también mujeres a las que, al contrario que los hombres, les cuesta más solicitar ayuda. «Hay un miedo atroz a ser jugador en recuperación», manifiesta Carlos, que agrega: «Pero la recuperación engrandece, sólo hay que ser consciente que lo que nos ocurre no es un fallo del juego, es un fallo personal. Por eso nosotros desde Jugadores Anónimos recuperamos personas».
Y quienes acuden por primera vez a este colectivo suelen ser enfermos -la ludopatía está considerada una patología por la Organización Mundial de la Salud desde 1992- que llevan ya años jugando. Por eso se estima que los jóvenes que hoy juegan al póker compulsivo on line serán mañana pacientes. «Cuando vienen a visitarnos suele ser porque tienen ya serios problemas económicos», subraya Carlos. La crisis, además, hace ahora mella en quienes buscan en el juego la solución a sus problemas. Pero lejos de aportar beneficios, las máquinas, bingos y apuestas sólo enganchan a cientos de personas que dejan parte de su vida en cada moneda que utilizan para el juego.
En Avilés, los grupos de Jugadores Anónimos se llaman Ilusión (el de ludópatas) y Esperanza (el de familiares). El juego no entiende de perfiles ni condiciones sociales. La asociación ofrece dos teléfonos de ayuda: 617865318 (jugadores) y 626398945 (familias). «La recuperación es posible, pero hay que ser conscientes y hay que estar alerta de lo que hacen los adolescentes ante el ordenador, como decía antes eso hace más daño que Eurovegas», concluye Carlos, un hombre seguro de que es posible romper las cadenas que atan al juego compulsivo.
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