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Utilizadas esporádicamente y para los fines que fueron creadas (deportistas que necesitaban aumentar su rendimiento físico y trabajadores cuya actividad exigía mucho desgaste físico e intelectual) no tienen por qué provocar efectos perjudiciales para la salud. «Más bien al contrario, pues aportan una energía extra en casos de necesidad, siempre que no estén contraindicadas por patologías previas tales como problemas cardiovasculares, diabetes o alteraciones del sistema nervioso», subraya la especialista asturiana.
Además de agua y edulcorantes, Nuria Suárez da a conocer las sustancias más destacadas de estas bebidas:
-Cafeína. De efecto estimulante, se trata de una sustancia que aumenta la concentración y disminuye la sensación de cansancio.
-Taurina. Aminoácido que incide en la modulación de la excitabilidad neuronal y en procesos de desintoxicación celular; también tiene efectos sobre la musculatura cardiaca.
-Glucuronolactona. Es una sustancia implicada en procesos de detoxificación y metabolismo estando éstos centralizados en el hígado.
-Ginseng. Estimulante del sistema nervioso. Se utiliza para eliminar el cansancio físico e intelectual y para paliar la pérdida de memoria. Produce insomnio y puede producir nerviosismo y agresividad.
Las bebidas energéticas no tienen nada que ver con las isotónicas, ya que tanto su composición como los efectos que producen en el organismo son totalmente diferentes. «Las bebidas isotónicas no tienen efectos a nivel cerebral, son exclusivamente rehidratantes. Su uso se limita a situaciones en las que se produce eliminación abundante de agua y sales minerales, lo que sucede en casos de ejercicio físico intenso y de problemas gastrointestinales asociados a vómitos o diarreas», apunta Nuria Suárez González.
Las bebidas isotónicas están compuestas de agua, sodio, glucosa, potasio, magnesio, calcio, en algunos casos azúcares de absorción lenta, y si se añaden vitaminas serán hidrosolubles. También se incluyen colorantes y saborizantes y no se les añade gas carbónico. «No es necesario consumirlas de forma habitual porque si el organismo no necesita sus componentes, lo que se consigue es aumentar el esfuerzo de nuestros riñones para eliminar los electrolitos que no nos son necesarios», manifiesta la nutricionista y farmacéutica.
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