viernes, 20 de enero de 2012

Cuando la adicción es el móvil

Los psicólogos de los colegios comienzan a detectar los primeros problemas con la influencia de los smartphones.


Fuente: lavozdigital.es
Autor: J. A. Cañas

No pasan los diez minutos de conversación sin que el móvil no intervenga en la conversación física. Suena, ha llegado un nuevo SMS o mensaje en cualquiera de las aplicaciones habituales de mensajería (Blackberry Messenger o Whatsapp) y el rostro del joven se ilumina. Si esta pauta va acompañada de otras, como cambios de carácter (más allá de los propios de la adolescencia), una bajada en el rendimiento habitual o problemas de sueño; puede ser algo más que un joven encaprichado de su smartphone. El uso de este tipo de terminales entre los adolescentes está generando una nueva forma de adicción que va más allá de las drogas y demás sustancias.


Así lo explica la psicóloga y orientadora del colegio Argantonio, Inmaculada Naharro Álvarez. En su trato con los jóvenes del centro ya ha llegado a detectar los primeros casos de comienzos de adicción. «La mayor parte de los casos se pueden solucionar hablando con los jóvenes y sus padres», explica Naharro, en referencia a las experiencias vividas en el propio centro. Sin embargo, la orientadora tiene constancia de circunstancias que exigen un tratamiento psicológico.

El problema viene cuando el adolescente emplea más horas de las debidas un aparato enfocado a la socialización, justo cuando está adquiriendo sus habilidades sociales. «Es problemático porque se pierde la comunicación no verbal o se pierde la sensibilidad», explica Naharro. En definitiva, la empatía que se desarrolla en una conversación cara a cara.

Las charlas entre amigos suelen verse sustituidas por fórmulas de mensajería instantánea «que distrae mucho de sus quehaceres diarios». Y es que el problema, cuando la herramienta se convierte en un peligro, va más allá de las aulas. «Los padres deben saber lo que está haciendo su hijo», explica la psicóloga. Solo así se puede evitar que la situación pueda complicarse. «Lo normal es que entre los padres y el entorno de amigos del joven sea suficiente para concienciarlo». Por ello, Naharro aboga por la prevención.

En este sentido, en el Colegio de San Felipe Neri apuestan por la misma línea de trabajo. Precisamente, esta misma semana el centro marianista desarrolla una semana de formación para jóvenes y padres en el uso de las redes sociales. «Es evidente que los avances tecnológicos son el futuro. La cuestión no es apostar por prohibirlas, sino por un uso responsable», explica la orientadora del Colegio Argantonio.

Solo así se evitan, o al menos se alivian, los nuevos conflictos entre jóvenes. «En Argantonio tenemos la suerte de que la conflictividad es muy baja pero sí es cierto que se le da mucha publicidad a cualquier desencuentro que pasa». La consecuencia es que el anonimato de escribirse mensajes «hace que las discusiones sean más fuertes y agresivas y se hacen extensibles a más personas que antes, cuando las cosas quedaban en una riña de dos», sentencia.

No hay comentarios: