viernes, 21 de febrero de 2014

6.000 nuevos enganchados a la heroína

Mató al actor Seymour Hoffman y también se cobra víctimas aquí. El «caballo» vuelve entre hombres de 30 y 50. Ya no se pinchan: la fuman o la esnifan con cocaína.

Paco Rego | Fuente original: elmundo.es | 10/02/2014

"Por los pulmones o por la nariz, ¿te vale así? No tengo para pico...", me ofrece el camello. Brown sugar. Heroína marrón. Un viaje, 10 euros. Nunca el caballo ha estado tan barato. Nadie se acordaba de él, pero ahí sigue, haciendo adictos al galope. Seymour Hoffman, Óscar por meterse en la piel de Truman Capote, le ha puesto rostro esta semana a su resurgir en Estados Unidos. Se quedó tieso en el baño tras el último colocón.

imagenEn España no ha habido un Hoffman que dé la alarma. Pero la heroína, que causó estragos en los años 70, 80 y parte de los 90, vuelve a correr por las calles.Según ha podido saber Crónica, tras consultar a varios especialistas en desintoxicación, el caballo vuelve a enganchar a nuevos consumidores, no va de retirada como se creía. Unos 6.000 españoles se habrían subido a él en los últimos tres años. No ya como los 90.000 enganchados que había en 2010, los clásicos adictos de aguja. Los nuevos no se pinchan: la esnifan o fuman mezclada con cocaína. Brown sugar. Sin pico.

«Hay un repunte silencioso del consumo, preocupante. Quienes nos dedicamos a esto lo sabemos bien», dice María José Raventós, terapeuta experimentada.

Los recién llegados, de entre 30 y 50 años de edad, distan bastante del yonqui de antaño, mal vestido, pálido y demacrado, que buscaba la vena para colocarse en cualquier esquina. «Hoy son abogados, profesores, gente del espectáculo..., que por un motivo u otro la vida se le ha torcido y ha empezado a coquetear con la droga», da pistas Raventós. Prefieren esnifarla o fumarla (lo que en el argot se llama chino). «Da igual», tercia Mercedes Rodríguez, directora general de Proyecto Hombre, que ya en 2011 había detectado un repunte del consumo de heroína. «El nivel de enganche es muy alto, como el del crack. Gente que ha empezado hace año y medio o dos y ya está en tratamiento».


Más de 7.000 kilos

El renacer del jaco lo pinta el aumento de incautaciones. El pasado diciembre se desmantelaba el primer laboratorio de heroína en España, 20 kilos en un chalé de Fuensaldaña, apenas 1.500 habitantes, en la provincia de Valladolid. Narcos turcos y gallegos al frente, entre ellos Yolanda Charlín, del poderoso clan galaico de los Charlines. Se veía venir. En 2011 fueron aprehendidos 412 kilos, un 76% más que el año anterior (233 kilogramos). Sumados los tres últimos años, los alijos incautados superan de largo los 700 kilos.

«Ahora, que seguimos en crisis, es el momento de la heroína. Pasa en épocas duras». El psiquiatra José Miguel Gaona sabe bien de qué habla. Lleva más de dos décadas tratando a todo tipo de toxicómanos en su clínica de Madrid. «Lo del actor Seymour Hoffman (46 años) no fue sólo el opiáceo», aclara, «ni se murió por una sobredosis. Lo más probable es que la hubiera mezclado con fentanilo, un narcótico 80 veces más potente que la morfina. Suele ocurrir».

A la heroína recurren como alternativa miles de estadounidenses adictos a los analgésicos que se ven privados de estos medicamentos, con un precio mucho mayor y un acceso más restringido. Allí no existe la cobertura médica y gratuita para todos como en España. Un frasco de fármacos opiáceos como el OxyContin o Vicodina, el calmante que utiliza el doctor House en la serie, que necesitan receta médica, son muy adictivos y se prescriben para dolores severos, cuesta unos 120 euros en EEUU, mientras que una dosis de heroína se puede conseguir en las calles por menos de seis. [En la actualidad, en el país americano hay en marcha ocho investigaciones, una de ellas estatal, encaminadas a la obtención de vacunas y nuevos fármacos contra la heroína].

Aquí, el retrato del consumidor español, más allá de que rehuye el pinchazo, viene marcado porque arrastra un historial de policonsumidor de drogas, sobre todo de cocaína.

«Efecto luna de miel»

El investigador Joan Carles Mach, que desde hace 10 años lleva a cabo en Granada un estudio pionero con heroína terapéutica aplicada a adictos, explica que los yonquis veteranos pasaban de fumar caballo a fumar heroína mezclada con coca, para que el efecto luna de miel de la primera fuera compensado por el excitante de la segunda.«Hoy es al revés», dice, «los que se inician en el consumo de heroína lo hacen desde la coca. Los cocainómanos comienzan a mezclar con heroína para rebajar el efecto excitante del polvo blanco».

Otras veces se trata de personas que nunca han sentido dependencia de ninguna droga. Es el caso de Pedro, 38 años, divorciado y padre de dos niñas menores. Esnifaba y fumaba caballo. Cuenta que se enganchó durante los cuatro años que ha estado desempleado. Pedro, analista informático, lleva un año y seis meses tratándose la adicción.

«No estoy curado», admite Pedro. Su ritmo de consumo era de tres días por semana. «Unos cuantos amigos míos están pasando por lo mismo que yo... Sale más barato meterse heroína que ir de copas, te hace olvidar las preocupaciones». Por ahí empezó todo. «Hubo veces que he tenido que esnifar para poder mantener el tipo cuando iba al parque a ver a mis niñas». ¿La has mezclado? «Alguna vez, pero me daba miedo, y mucho más la jeringuilla. El personal pasa de infectarse, de sangrar o de tentar la muerte, como le ha pasado al actor americano ese. Yo consumía la heroína sola. Resulta más higiénico y también más seguro» [Ninguna estadística recoge muertes por esnifar o fumarla].

Los terapeutas extienden su temor a cuatro o cinco años. Entonces, dicen, será cuando el aumento del consumo de heroína que se detecta en la actualidad enseñe su cara más negra. «Las estadísticas hoy no lo recogen, pero en las calles se está incubando una nueva generación de enganchados, nada de marginal, con familia y preparación, pero muchos terminarán en algún programa de desintoxicación o en el diván de un psicólogo», pronostica la enfermera María José Raventós.

Si muero de sobredosis salvaré 10 vidas

«Si uno de nosotros se muere por sobredosis, probablemente 10 personas que iban a hacerlo, no lo hagan». Fue la confesión de Philip Seymour Hoffman a su biógrafo y amigo Aaron Sorkin, guionista de El ala oeste de la Casa Blanca y la película La red social. «Quería decir que nuestras muertes serían noticia y eso, probablemente, asustaría a alguien límpio», dijo Sorkin antes de terminar confesando:«Los dos éramos adictos en recuperación». A Hoffman lo encontraron con la aguja aún colgando del brazo. Su muerte (tenía 46 años y tres hijos) ha puesto cara al repunte de la heroína en EEUU. De 135.000 adictos registrados en 2010 a 180.000 en 2013. Sólo en Nueva York, las muertes aumentaron un 84% entre 2010 y 2012. Hoffman había lidiado con las drogas en su juventud y, tras 23 años sin consumir, fue en ese último año del que hablan las estadísticas oficiales cuando volvió a recaer. Desde entonces iba a Narcóticos Anónimos.

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