miércoles, 30 de abril de 2008

Cada vez más drogados al volante


El cannabis adelanta al alcohol como causa de accidentes. Las víctimas de un primer siniestro duplican su riesgo de morir en el segundo. Los expertos piden programas para evitar la reincidencia.


La escena se repite cada fin de semana en las carreteras españolas. En un control de la policía muchos ciudadanos soplan por la boquilla de un dispositivo capaz de detectar su nivel de alcohol espirado. Los que dan positivo, multas aparte, se quedan en la cuneta y no pueden ponerse de nuevo al volante.
Otros, por el contrario, dan negativo y continúan su marcha. Sin embargo, eso no quiere decir que estén preparados para manejar su vehículo.


Las estadísticas sugieren que muchos individuos que escapan al alcoholímetro han tomado otras drogas capaces de alterar sus capacidades para conducir. Muchos de ellos sufren accidentes graves que no relacionan con estas sustancias y que, por tanto, no les disuaden de su peligrosa conducta. Los profesionales sanitarios están convencidos de que, al igual que se hace con otras situaciones de riesgo para la salud, estos pacientes traumatizados deberían recibir una atención integral que evite que se vuelvan a convertir en un peligro sobre ruedas.



Una preocupación que está empezando a generalizarse en el colectivo médico es que las diferentes sustancias de abuso se están convirtiendo en protagonistas de los siniestros en las carreteras.
De hecho, el cannabis ha adelantado al alcohol y ya se encuentra en un porcentaje muy elevado de los siniestros que resultan con pacientes fallecidos o traumatizados (ver gráfico). Sin embargo, y al contrario de lo que ocurre con la bebida, la población general no tiene conciencia de cómo pueden afectar dichas drogas a las capacidades para conducir.


"Independientemente del mecanismo de acción de cada sustancia tóxica sobre el organismo [depresora, estimulante, perturbadora, alucinógena...], todas perjudican la conducción por su efecto sobre el sentido crítico individual; se desata un sentimiento de invulnerabilidad, de "supercapacidad" y se ignora el riesgo", dice Eusebio Mejías, director técnico de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD).


Una prueba de sus palabras se encuentra en un informe elaborado por la Fundación Australiana de Drogadicción (ADF). En él se refleja que, casi el 80% de los conductores dice saber bastante acerca de los efectos del alcohol sobre la conducción. Sin embargo, cuando se trata de drogas ilegales, más de dos tercios de la muestra refiere no conocer nada o muy poco sobre su impacto a la hora de ponerse al volante.
Es más, muchos creían que ingerirlas no tenía por qué tener efectos sobre la conducción o, llegado el caso, cuánto tiempo debían de esperar antes de subirse a un vehículo si antes las habían tomado.


De esta manera, e independientemente de la sensación que le produzca la sustancia en cuestión, el individuo drogado al volante asume unos riesgos excesivos, desprecia el riesgo, ignora las señales y medidas de seguridad (casco, cinturón...), pisa el acelerador más a fondo, tarda más en frenar, realiza maniobras peligrosas... y todo ello con las capacidades sensoriales, motoras y físicas mermadas.

Un interesante experimento publicado en la revista de motor "Max Power" en 2001 ya se hacía eco de los peligros de conducir bajo los efectos de las drogas (fueran legales o no) e, incluso de varios fármacos.
Cuatro conductores seleccionados por la publicación realizaron pruebas de conducción (iguales y con el mismo coche) estando sobrios y después de ingerir éxtasis, cocaína, marihuana o alcohol. En todos estos casos se redujo la eficacia de la conducción, se perdió precisión en las maniobras y se cometieron errores de diversa índole.
En opinión de los autores de este reportaje y de los especialistas sanitarios, la situación se agrava sobre todo si se tiene en cuenta que, por regla general, el accidentado ha ingerido más de una sustancia tóxica.


"El alcohol es prácticamente omnipresente; la marihuana casi lo mismo y a cierta distancia la cocaína, pero lo habitual es encontrar un cóctel de varias cosas", explica el director técnico de la FAD;


Sanciones
A pesar de la utilidad de esta actuación, los especialistas no se llaman a engaño. Hasta que no se produce un accidente grave (y a veces ni siquiera entonces), los conductores no son conscientes de los riesgos de conducir drogado. Por este motivo, todos los especialistas consultados por SALUD, coinciden en la necesidad de completar la batería de intervenciones con el endurecimiento de las medidas controladoras y sancionadoras que persuadan al conductor de ingerir estas sustancias antes de subirse a un vehículo.


De hecho, ya se está trabajando en el desarrollo de test de saliva y sudor (el método ha de ser tan rápido, sencillo, eficaz y poco invasivo como el del alcoholímetro) para rastrear la presencia de cocaína, cannabis y anfetaminas. Sin embargo, la tarea no es nada fácil. «Por una parte nos encontramos con un problema legal, porque esta sustancias son ilícitas y encontrarlas implica una actuación jurídica», explica Eusebio Mejías.


"Además, las pruebas revelan que se ha consumido una determinada droga, pero no el momento en el que se ha hecho, de manera que es bastante difícil establecer si su ingesta interfiere en ese momento en la capacidad para conducir", apostilla Ferández-Mondéjar.

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